Los residuos peligrosos son aquellos que no son inertes, y en consecuencia pueden generar un daño grave al medio ambiente si no son gestionados correctamente. Para ello necesitan tratamientos de descontaminación o inertización antes de poder ser valorados o eliminados. Hay que tener en cuenta que por normativa, independientemente de la cantidad generada, no se pueden tener almacenados más de 6 meses.
Como responsables de gestionar un residuo especial o peligroso, inicialmente debemos diagnosticar si el producto que tenemos es un residuo nocivo o no, e identificar los pictogramas de peligrosidad correspondientes. A partir de aquí, se decidirá la vía gestión y tratamiento más óptima para cada residuo peligroso en concreto.
Otra alternativa para determinar si un residuo es peligroso o no, es consultar la Lista Europea de Residuos (LER). Ésta, aprobada por la Orden MAM / 304/2002, categoriza los diferentes tipos de residuos mediante códigos de 6 cifras (código LER). Si el residuo tiene asociado un asterisco (*) junto al código LER, será considerado como peligroso.
Envases contaminados de sustancias peligrosas o contaminantes, como pinturas, disolventes, aceite, hidrocarburos, etc.
Trapos, absorbentes o sepiolitas contaminadas por sustancias peligrosas o contaminantes, como pinturas, disolventes, aceite, hidrocarburos, etc.
Aerosoles, vacíos o llenos.
Residuos de Aparatos Eléctricos o Electrónicos (RAEE) como lo son, ordenadores, pantallas, teclados, ratones, impresoras, neveras, aparatos de aire acondicionado, etc.
Fluorescentes, bombillas, pilas y baterías de todo tipo.
Aceites hidráulicos, disolventes, carburantes, aguas sucias, taladrinas, etc.