Se considera gestión integral de residuos, al conjunto de aspectos relacionados con la generación, separación y tratamiento en la fuente de origen de los residuos, así como su recolección, transferencia y transporte, tratamiento en plantas especializadas, reciclaje y distribución de vuelta a los procesos productivos y, de nuevo, a los ciclos de consumo humano.

Para todo esto debemos fomentar las nuevas tecnologías de esta cadena circular, que sean más ecológicas y menos nocivas que los métodos tradicionales como la deposición de basura a abogadores. También el reprocesamiento biológico para materia orgánica, que se descompone y sirve de abono para la agricultura. En paralelo, fomentar el reciclaje del material aprovechable como metales, plásticos y papel. Y en cuanto a las aguas residuales, tratarlas para obtener agua de riego.

Y en lo que se refiere a los residuos peligrosos, que incluyen explosivos, inflamables, sustancias que producen patologías, radioactivos y tóxicos de gran peligro para el ecosistema, las empresas responsables de ello los almacenan, etiquetan y tratan, aprovechando todo lo posible y neutralizando a los agentes que pueden causar daños al medio ambiente de manera controlada.